El jardín digital de Dear Notes

Metáfora

Hace un par de meses encontré este libro sobre metáforas en mi librería del barrio y me fascina. Describe cómo las metáforas son mudanzas. No simples adornos del lenguaje, sino auténticos traslados: una palabra cruza el umbral de su propio campo de significados y entra en el territorio de otra, encendiendo algo nuevo en el camino.

Me impresionó descubrir que en griego moderno la misma palabra sirve para nombrar camiones de mudanza o transferencias bancarias. Esa raíz común hace visible lo esencial: una metáfora transporta. Pero no todos los traslados son iguales. Para que haya metáfora, tiene que darse un salto: salir de lo propio y entrar en lo ajeno.

Lo interesante es que cuando una metáfora funciona bien, no reemplaza una expresión literal ni se limita a embellecerla. Más bien toca lo más profundo de lo que se quiere decir. Por eso hablar de una metáfora como «mudanza» resulta tan interesante: en ese traslado no perdemos nada, sino que ganamos otra manera de ver.

La filosofía está llena de estos movimientos. Cada vez que Heráclito habla del fuego, Platón de la caverna o Locke de la tabla rasa, no ponen ejemplos decorativos: convierten un concepto abstracto en una imagen que podemos sentir. El pensamiento se hace visible, se encarna.

Y quizá la cuestión más provocadora sea esta: ¿y si nuestro modo de entender el mundo no fuera otra cosa que la suma de las metáforas que usamos? Si cambiar de metáfora equivale a pensar distinto, entonces nuestras mudanzas lingüísticas son también mudanzas vitales.